lunes, 10 de septiembre de 2007

La nariz pintada

Hoy fui a la facultad a la noche y pinté un cartel. Esto no es algo digno de mención por sí solo, dado que suelo hacerlo seguido. La novedad se dio hace diez minutos cuando me miré la cara en el baño. Tengo una pequeña manchita negra debajo de la nariz. Dirán (¿lo dirán realmente?) qué cuernos importa eso; estuve pintando un cartel, es normal que me manche con témpera. Bueno, pues lo loco es que desde que terminé de pintar, hasta que lo noté, habrán pasado unos cuarenta minutos. En el interín, estuve con amigos y compañeros en la facultad, y con varios conciudadanos porteños en el subte. Y siempre tuve la nariz pintada.

Eso me hizo reflexionar un poco.

(tengo a mi vecino en cueros armando algo que parece destornillador en una botella de Fanta)

Decía, esto me hizo reflexionar un poco. Acerca de cuántas veces andaremos por la calle con la nariz pintada. Y me pregunto si no es un poco todos los días, de alguna u otra forma.

No me lavé la manchita, aún la llevo. La miré detenidamente en el espejo del baño, y ahora la pienso, tratando de recordar exactamente dónde hizo su casita sobre mi cara. Acepto que mi locura se trasluce en esto, pero le tomé cariño. En su inocencia marcada por el descuido y la casualidad, esa manchita nació, y le mostró a todo el mundo mi imperfección.

A ver, no es que crea que me muestro perfecta. Pero cuando uno sale a la calle, o en la facultad, cuida mínimamente su aspecto. No sale en bolas, no sale con una armadura del siglo XVII, no sale en tanga ni con manchas de témpera en la calle. Sale como mínimamente debe salir.

Yo llevé a mi manchita a pasear por Buenos Aires. Conoció la calle Corrientes, vio el Obelisco y el palacio de Tribunales. Aunque desde la ignoracia, ahora sé que estuvo ahí conmigo y me pone contenta. Creo que la llevé un poco como bandera. No me molesta mostrar mis imperfecciones, al contrario. Mi manchita, para mí, dice "sí, pinto carteles, así como me ven, con pollerita corta paseando por Barrio Norte".

A veces me sorprendo pensando cómo serán las vidas de los desconocidos con los que comparto diariamente tanto tiempo en el subte o en un bondi. Si estarán casados, en pareja, o acaban de terminar una relación de ocho años; si son heterosexuales, homosexuales, o, aterrorizados, sospechan serlo; si estuvieron exiliados durante la dictadura, si fueron militantes del PRT o si son hijos de desaparecidos.

Mi manchita le mostró a todo el mundo un pedacito de mi vida, del cual pueden haber deducido algo. Y si no la lavo, es porque me encanta cuando logro encontrar alguna de estas pistas en la perfección de los demás.

3 comentarios:

Pelos Lokos dijo...

cha Lula....

de verdad pretendes que piense algo ademas de que esa mujer tiene manchada la nariz cuando veo una situacion asi ???

no soy tan pensante de los demas ...
es mas creo que si me interesanran de verda losdesconocidos no escucharia musica cada vez que estoy en la calle....

te quiero nena !!!

Dr. Omar La Rosa dijo...

Siempre digo que todos dejamos cabos sueltos de qué y quiénes somos, solo basta que alguien sepa observar y unir esos pedacitos de nosotros que quedan por ahí (o que a veces, como la manchita, llevamos puestos sin saber). Y también me hace ver lo poco que a veces observamos lo que nos rodea y la poca importancia que le damos, ya sea por decisión propia o por imposición del ritmo de vida...

Nos estamos leyendo.

Tytania dijo...

Hola! Lula!!
No hay forma d saber d ti q no ser q se te busque cielo y tierra... jeje!!

Spero q estes bien, amiga... y q todo vaya en orden.

Te dejo saluditos!
tytania